La Panamericana (Antonio Pérez, 26 y Hortaleza, 72) es -cualquiera de ellos- un restaurante peruano muy especial. En realidad, ellos se autodefinen como “Cevichería y comida del Nuevo Mundo“. ¡Toma, ya! Las cevicherías, existentes por doquier en Perú, son casas de comidas populares en las que se pueden saborear todo tipo de platos relacionados con el pescado y el marisco cocinado en frío, en un adobo de zumo de cítricos y especias varias. También tienen otros platos pero la base de su oferta culinaria son los ceviches.
Pues a los restaurantes de la Panamericana no les falta de nada en lo que a ceviches y a comida de Perú se refiere: causas, ajíes, secos, piscos… A mí la comida peruana me encanta y siempre que puedo me escapo a alguno de los buenos restaurantes peruanos que hay en Madrid.
Me habían hablado muy bien de La Panamericana y la visita no me ha defraudado en absoluto.
Al entrar te llama la atención la simpatía de sus camareros, todos tocados con ese sombrero de paja tan típico de Perú. Durante el resto de la velada son esos camareros los que asesoran y ayudan al cliente a la hora de la no siempre fácil elección de los platos, cosa que hacen con profesionalidad y buen humor. Un diez en el servicio.
La Panamerican cuenta con dos tipos distintos de menú (de 30 y 40 €) que resultan muy cómodos ya que puedes probar las diferentes especialidades de la casa sin complicarte demasiado teniendo que elegir entre los sugerentes nombres que el restaurante ofrece.
Si se opta por pedir a la carta, en la cocina adaptan los platos al número de comensales de la mesa, con lo que cada persona cuenta con su “dosis” del plato compartido y no se tienen que andar haciendo juegos malabares para repartir los platos. Todo un acierto.
nosotros pedimos, además de unos piscos y unas cervezas peruanas para entonarnos en el aperitivo, un “cardito de pescado” que traen servico en una cafetera italiana en la que quedan las verduras, pescados y mariscos que hicieron el rico y espeso caldo. Todo un acierto de puesta en escena.
No podía faltarnos el Bloody Mary que consiste -no vayáis a creer que salimos a cuatro patas del restaurante- no en el típico cocktail del mismo nombre, sino en un ceviche servido a la manera de trompe l’oeil de bloody mary, en una copa de cocktail en la que se encuentran los tropezones del ceviche y un adobo – que se bebe aparte- de gazpacho aliñado con tabasco, chile, lima y vodka. Una verdadera pasada de sabor el conseguido.
Con los ceviches – pedimos uno de corvina y otro de pez amarillo- no pasa como en otros sitios que los aliños son todos parecicos. Aquí se notaba muy bien la diferencia entre los distintos pescados. Los sirven con palomitas de maíz.
Una cosa que me encantó fueron los tacos de bienmesabe envueltos en una hora de lechuga iceberg que se toman a modo taco y se mojan en una salsa de pato laqueado. La verdad es que representa toda una amalgama de distintas recetas de cocina de diferentes culturas y fue todo un acierto.
Tomamos también unos cucuruchos de maiz que contenían deliciosas porciones del recetario del nuevo mundo: ají de gallina al cilantro, pavo en salsa de mole, cochinita píbil con puré de frijoles…
Todos estaban muy buenos y servidos de una forma original y fácil de comer.
Ya no me acuerdo muy bien cuántas cosas más comimos. Sé que pocos caprichos no quedaron satisfechos.
Para terminar, aunque ya no nos cabía mucho más en el cuerpo, no pudimos irnos sin probar un irrespetuoso postre de la carta: Par de hostias con dulce de leche (sic) No os lo perdáis.
La Panamericana es un sitio al que hay que ir y/o volver.
Además no es caro. Una opípara cena con comidas, bebidas, postre y cafés nos salió por unos 35 € por persona.
Merece la pena.